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Amando de Miguel

Eutrapelia y dramaturgia

El español típico, cuando habla, declama. Claro que siempre se puede decir "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".

Una de las funciones de la conversación es la eutrapelia. Resulta muy placentero el juego de palabras y sus dobles significados, la broma, el chiste, el comentario jocoso o simplemente ingenioso. Todo eso facilita la vida, aunque sea con frases cristalizadas y con el riesgo de que las cañas se vuelvan lanzas. Recuerdo haber mantenido algunos debates en televisión con una famosa periodista, tan corta de estatura como larga de lengua. La combinación responde muy bien al tipo acondroplásico que era tan característico de los bufones. A los pocos días de ese programa me saludó efusivamente un paisano con esa familiaridad que da el que a uno le han visto por televisión. Por todo comentario me deslizó este refrán: "Dios te libre de la mujer a la que el gallo alcance a picar el culo". El refrán es políticamente incorrectísimo, pero corresponde a la idea de eutrapelia en la conversación. Mucho de lo que hablamos es para pasar por ingeniosos, un gran título de prestigio para los españoles. No olvidamos lo del "ingenioso hidalgo", por don Quijote, aunque el ingenioso de verdad era Sancho Panza.

El ingenio se despliega especialmente al jugar con el doble sentido que tienen algunas palabras. El placer consiste en la sorpresa de ese descubrimiento. En plena campaña electoral para las elecciones llamadas autonómicas (= regionales), Telemadrid lanzó este prometedor eslogan: "Espejo de lo que somos". Faltó tiempo para que el ingenio madrileño leyera así el eslogan: "Espe jode lo que somos". Los lectores saben que Espe es el hipocorístico de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Estamos ante la figura del retruécano que, como en el caso citado, puede ser de mal gusto. Pero el habla registra igualmente los casos de gusto atravesado. No se sabe por qué, pero las alusiones sexuales o escatológicas se consideran ingeniosas. En el caso citado, lo que parece un insulto contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, se puede convertir en un signo de distinción. Simplemente, a través del chisme (el rumor ingenioso) el personaje público adquiere una ulterior relevancia.

El lado festivo de la conversación se vislumbra mejor a través de ese monumento de la cultura popular que es el chisme o el cotilleo. También se dice "chismorrear"; en inglés gossip. El "cotilleo" es voz emparentada con "cotarro" y "cotorra", mucho antes de que se ejecutara a una famosa delincuente, la Tía Cotilla en 1835. El placer del cotilleo está en que el hablante proporciona información que se considera reservada, difícil de creer. Para reafirmar su primicia, el hablante puede concluir su noticia con esta muletilla: "como lo oyes". Aunque pueda parecer extraño, dar cuenta de lo "increíble", es algo que confiere mucho crédito al informador. Lo "increíble" llega a ser una cualificación ponderativa. El rumor falso suele tener mucho más atractivo que la noticia verdadera.

Los científicos sociales discuten la existencia de un carácter social que pueda predicarse de un pueblo con una serie de rasgos dominantes. Algo hay de eso, aunque los tipos resultantes sean una forzada abstracción y coexistan con múltiples desviaciones. Lo que importa ahora es que el habla expresa muchas veces los "caracteres sociales" que aparecen más bien como aspiraciones. Veamos algunas expresiones que troquelan un tipo humano entero, decidido, echado para adelante. Quizá no sea una actitud auténtica, sino más bien la que corresponde a la falsedad de una representación dramática. El español típico, cuando habla, declama. Claro que siempre se puede decir "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces". Pero en la presunción va el deseo con posibilidades, que eso es una aspiración.

Una frase hecha, que el español típico repite con énfasis es "no me arrepiento de nada". Se suele emitir por personas que deberían arrepentirse de algún comportamiento poco ejemplar. Es una suerte de crecimiento ante la adversidad. "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza", dice San Ignacio de Loyola. Esas frases asertivas son consonantes con una actitud imperturbable del cuerpo, por mucha gesticulación que admita. Es lo que se dice "sin descomponer la figura". También se afirma solemnemente "genio y figura hasta la sepultura", con el característico sello del humor macabro tan del gusto español. Quizá sean expresiones acuñadas por la jerga taurina. Después de todo, una corrida de toros es una gran representación dramática. El torero habla con el cuerpo para que lo entienda el toro y el público. También aquí el lenguaje puede ser barroco. El torero se puede exceder en su lenguaje corporal, esto es, "se adorna".

El sentido dramatúrgico del habla se refuerza con el carácter apodíctico de algunas afirmaciones comunes. Por ejemplo, el recurso a ciertos adverbios que no respetan mucho la mentalidad científica: totalmente, absolutamente, indudablemente. La misma función la ejerce el por supuesto. Ahora se repite mucho, quizá por influencia del inglés ubicuo (of course; literalmente "sin salirse del rumbo").

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